Dentro de unos días hará un año que murió Ángel González, el poeta. Recuerdo que escuché la noticia en casa de unos amigos. Cuatro jugaban en una mesa al mus, otras hablaban de sus hijos y embarazos, yo deambulaba por la casa. Lo dijeron en la tele pero nadie pareció darse cuenta. Me puse muy triste y lo comenté con el resto pero ninguno le conocía. Me quedé asombrada. Dos ingenieros, un administrativo, un perito, un topógrafo, dos abogadas, una bancaria y una jefa de logística. Y nadie conocía a Ángel Gonzalez.
Yo les decía - si hombre, el de “te llaman porvenir porque no vienes nunca…”, que si, el de “me entusiasman tus ojos, ¿solos o con rímel? Al comenzar un tercer poema para ubicarles me di cuenta de que la que estaba desubicada era yo. Me miraban con los ojos abiertos como platos mientras sostenían los naipes en las manos, y dije-bueno, no importa-.Siguieron jugando a las cartas, siguieron charlando.
Yo les decía - si hombre, el de “te llaman porvenir porque no vienes nunca…”, que si, el de “me entusiasman tus ojos, ¿solos o con rímel? Al comenzar un tercer poema para ubicarles me di cuenta de que la que estaba desubicada era yo. Me miraban con los ojos abiertos como platos mientras sostenían los naipes en las manos, y dije-bueno, no importa-.Siguieron jugando a las cartas, siguieron charlando.
Al llegar a casa busqué mi diario de la pantera rosa en el que había escrito siendo “más niña” algunos versos que me fascinaron y esa fue mi forma de darle las gracias, leerlo como lo hace la “menos niña”.
A veces me vengo de mis amigos y cuando me hablan de estructuras o de las ondas de la luz, asiento y sonrío procurando parecer interesada mientras en mi cabeza voy escuchando “te llaman porvenir porque no vienes nunca. Te llaman: porvenir y esperan a que tu llegues como un animal manso a comer de su mano…”
(Foto de unos poemarios....)