Amordazó su boca con el silencio y en el exilio aprendió a no desear. Y por si la letanía en la que la distancia hace el olvido no se cumplía, trancó todo para que no le doliese el destino. Pero al final, siempre ocurre. Y en los desvanes aparecen oxidadas llaves, deseosas de bailar tangos con oxidadas cerraduras. Armarios de los que salen a estirar las piernas, las sombras que traen bajo el brazo la memoria.
23 de noviembre de 2924
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*23 de noviembre de 2924.*
*Hace casi novecientos años que fallecí.*
*Vaya timo esto de la eternidad!!!*
*No he visto ni un ángel.*
*De Dios o del demonio ni...
Hace 16 horas