Compró una traducción del japonés, un kimono y unos cuencos a juego con una tetera, salpicados de garzas y flores de cerezo. El bambú que usaba para enrollar el sushi serviría para poner encima las tazas. Se sentó de la forma adecuada y con el agua bien caliente, lo intentó.
Dispuso el té mas dulce para que le engañase la lengua…y cuando él comenzó con sus carcajadas, el té se volvió mas amargo de lo que realmente era, y comenzó la ceremonia del otro te.
Mientras se quitaba el kimono, el peso del te se iba cargando en su cabeza. El de los te detesto, el de los te odio, el de los te mataría… y sobre el rumor del koto y la flauta, se enfundó sus vaqueros, encendió un cigarro y salió a buscar la vida. Esa que tenía que estar esperándola.
Dispuso el té mas dulce para que le engañase la lengua…y cuando él comenzó con sus carcajadas, el té se volvió mas amargo de lo que realmente era, y comenzó la ceremonia del otro te.
Mientras se quitaba el kimono, el peso del te se iba cargando en su cabeza. El de los te detesto, el de los te odio, el de los te mataría… y sobre el rumor del koto y la flauta, se enfundó sus vaqueros, encendió un cigarro y salió a buscar la vida. Esa que tenía que estar esperándola.
(Imagen: de cristal)