lunes, 4 de mayo de 2009

Cuando gritaba



En el vientre la nació una enredadera. Por el ombligo había salido la primera hoja, pegadita a la rama por un endeble tallo. Tras la primera, salió otra y otras después, y así, se le fue llenando el pecho de hojas que se le enroscaron en la garganta. Tanto asediaron su cuello, que se dejó ir y brotaron las palabras. Ese fue el principal motivo por el que su pelo, sembrado de ortigas y zarzas, fue floreciendo en azahares y azucenas blancas.



(Imagen: flores...)