Acechaba en cada acera,
en cada esquina.
Convirtió al amante empedernido
en fugitivo y furtivo,
lo eterno en efímero y mutable.
En la calma de tenerte se escondía.
En la calma serena.
Maldita calma.
en cada esquina.
Convirtió al amante empedernido
en fugitivo y furtivo,
lo eterno en efímero y mutable.
En la calma de tenerte se escondía.
En la calma serena.
Maldita calma.