Consciente de que todo fue real
ya no podía declararse atea.
La fe, era una vieja letanía
que a modo de escamas,
se desprendía de su piel seca.
Tenía que concentrarse en respirar
cuando su agnóstica mirada,
contemplaba las ruinas
del hotel que fue su iglesia.
ya no podía declararse atea.
La fe, era una vieja letanía
que a modo de escamas,
se desprendía de su piel seca.
Tenía que concentrarse en respirar
cuando su agnóstica mirada,
contemplaba las ruinas
del hotel que fue su iglesia.