Las manos de mi madre
robustas y castigadas,
las de aquel profesor de historia,
suaves y delicadas.
Las manos de aquella diva,
esculpidas en porcelana,
las de aquella lagartija,
tan chicas que no se encontraban.
Las manos de aquel camarero,
inútiles tras la barra
y las manos de aquel noviete
que en mi piel se inauguraban.
Las manos de uno, de otra, de tal,
grandes, elegantes, gordas…
que entre dedos y venas
robustas y castigadas,
las de aquel profesor de historia,
suaves y delicadas.
Las manos de aquella diva,
esculpidas en porcelana,
las de aquella lagartija,
tan chicas que no se encontraban.
Las manos de aquel camarero,
inútiles tras la barra
y las manos de aquel noviete
que en mi piel se inauguraban.
Las manos de uno, de otra, de tal,
grandes, elegantes, gordas…
que entre dedos y venas
entre articulaciones y joyas
siento que se me aferran
sólo unas manos solas.
Sus manos, las de zahorí
siento que se me aferran
sólo unas manos solas.
Sus manos, las de zahorí
que me convierten en agua
aun cuando no me tocan.
(foto tan cómoda en su mano)