Se me seca la boca de jadear y gritar, tengo la lengua áspera. Siento la totalidad de mi cuerpo convertida en una llaga bajo las caricias de tus manos, que me calman tanto como me escuecen. Tomas otra vez mi pelo por riendas y me levantas. Escucho como mueves la cortina y colocas una silla, no se qué estas preparando.
Me coges por el brazo y guías mi paso torpe, ya hace un par de horas que he perdido el sentido de la vista, debería haberme acostumbrado y saber dónde estoy colocada, pero lo ignoro, simplemente te sigo. Me chocan las rodillas contra la silla, el respaldo tiene barrotes de madera y el asiento acolchado.
"Mientras jadeabas seguro que todos te han escuchado. Ahora quiero que te vean. Estás a medio metro de la ventana. Comienza a masturbarte."
Tras mi orgasmo retira la venda de los ojos... la persiana está bajada.
(foto: persianas bajadas)