martes, 20 de octubre de 2009

Ajustes.






Con las yemas intactas de sus dedos
rozaba el óvalo de su cara
y él, cedía a su voluntad.
Le contemplaba con la misma dulzura
con la que contempla el domador
a las criaturas más salvajes.
Le había amado tanto en el tránsito
que él había ajustado el mundo a sus deseos.