jueves, 18 de noviembre de 2010

Orquidea de otoño.


Contraria al espejismo de la felicidad
emitió un suspiro amordazado
y pugnó por saberse viva.
Desplegó temerosa los pétalos
y mientras el cielo se quebraba en aires acuosos
los colores brotaban al escuchar la lluvia.
Esta tarde de otoño vi florecer la primavera
como si fuera mi piel adormecida.
Y me lo perdoné todo.



(Como dice mi amiga Eva, mis orquideas me hablan. Una me ha gritado, y me emociono cuando siento. Ha sido esta)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Párpados inundados.


No soy yo quien contempla,
fragmento roto frente al cielo,
las aguas que besan mi orilla
en su agonía lenta.
Es el mar quien me mira,
cubierta de sal y de tiempo
esperando de mi una caricia
liviana como mis versos.
Mas no puedo.
Y dejo caer los párpados,
inundados de mar.

martes, 26 de octubre de 2010

Corazón yerto.


Esta mañana se me helaron las carnes. Volví para cambiarme y regresé a la calle. Se me olvidó pintarme la sonrisa frente al espejo. No importaba con cuanta ropa de abrigo me tapaba, el invierno se me había colado dentro. Comenzó por dejarme frías las manos, gélidos los brazos, glacial el pecho… el corazón yerto.

jueves, 21 de octubre de 2010

Amnesia técnica.


Tranquila,
aun tienes cds para escuchar música.
Tranquila,
aun almacenas fotografías en papel.
Tranquila,
hay un blog donde están colgadas tus palabras.
El resto… si, lo has perdido.
Menos mal que guardaste en la retina los viajes,
que los versos están escritos mitad tinta , mitad sangre
y que la música fluye al ritmo del pálpito,
sino, todo lo habrías perdido.
Aunque para alguien sin memoria… tiene que ser jodio.
¿Por cierto, qué decías?
El disco externo donde guardaba todo
ha decidido dejar de funcionar.

jueves, 14 de octubre de 2010

Adelante



No hay lucernario que alumbre mejor espectáculo
que el que posa entre el fino encaje y el recio lienzo
una filigrana de luz para tejer tu día.
El rumor de tus pasos es el eco de los caminos no transitados.
Adelante.

jueves, 7 de octubre de 2010

Por si respiras.


Vuelvo a mirar atentamente
pero no tengo mar, no tengo arena,
sólo tierra distante y altura de nubes.
La desolada luz de tu garganta
con ritmo de silencios apagados,
arroja a mi día estigmas de miedo.
Y vuelvo a mirar atentamente,
por si respiras.