lunes, 23 de febrero de 2009

Lilas y nauseas


Raquel ha cambiado de pueblo, aun no tiene amigos. Regresa a casa con una vecina de su misma escuela. Su compañera, juega con una maquinita. Raquel enreda. Se para un coche frente a ellas. Seat Ronda, color caramelo. Hay un hombre dentro con gafas de sol y visera. Raquel se incorpora para contestarle sobre una carretera. Su compañera no levanta la vista del videojuego. Raquel desaparece dentro del coche. Están en las afueras.
Raquel quiere bajar, pero Eduardo no la deja. El coche huele a lilas, ambientador batato. En el radiocasete gimen y dicen cosas groseras. Se están alejando. Raquel no sabe dónde está. Raquel tiene nueve años. Eduardo tiene una navaja.
¿Qué años tienes? ¿A qué curso vas? ¿Cómo te llamas? Raquel responde, no quiere enfadarle. Han desaparecido por carreteras comarcales. Eduardo mientras conduce la sube las faldas y la toca las rodillas. Para en un angosto camino, entre la maleza. Parece que se termina la carretera en un precipicio, apenas diez metros. Debajo las vías del tren.
Desabrocha el pantalón y baja la bragueta. La dice que hagas cosas que ella no sabe hacer. El la besa en la boca y la dice que haga como que fuera una piruleta. Deja la navaja y acerca con las manos la cabeza de ella.
Raquel no piensa y mientras agacha la cabeza, su mano derecha mueve la llave de arranque. El violador intenta hacerse con el control del coche y es el momento en que Raquel sale y corre entre la maleza como jamás lo había hecho antes. No sabe hacia donde corre pero sabe que tiene que alejarse. Ni jaras ni espinos la detienen. Escucha que el coche se marcha. No la persigue nadie, pero sigue corriendo hasta que encuentra una carretera. Se para sobre la raya discontinua. ¿Cómo va a subirse al coche de alguien? Para un camionero. La acerca a su pueblo.
Revisión médica. La niña está bien. Declaración en la guardia civil. Tres hombres en la sala y su padre. Relata la historia. Parece que muchos datos concuerdan con otros casos similares. En casa el sofá y una bata. En la escuela, escucha como dicen cosas a sus espaldas. Nunca más se sabe de la denuncia. Nadie investiga nada.
Raquel hace otra vez su maleta. No importa, tampoco había conseguido buenos amigos este año. Nunca dijo al respecto nada la guardia civil. Ni volvió a comentar nada su padre. Ni su madre la preguntó cómo lo recordaba. Algunas personas creen que si no hablas de las cosas es como que no pasan.

Raquel puede ser tu vecina del segundo, y es una pena si. Pero Eduardo puede ser el del tercero, y es una amenaza.

Raquel no soporta el olor de las lilas. Pero nunca dice nada.
(Imagen: espinos, naturaleza)