viernes, 16 de abril de 2010

Juegos


Al abrirlo, se proyectaba una luz que no podíamos ver pero que al llegar a mis ojos, se convertía en arcoíris porque había en ellos una lágrima de emoción. Metía la mano y sacaba un collar de princesa enmarañado entre los dedos, un arco y algunas flechas para jugar a los indios y un caballo por si jugábamos a los vaqueros, muñecas rosas, pelotas amarillas… todo lo iba dejando en el suelo a mi alrededor. Cuando ya no había nada más que sacar del baúl te miraba ansiosa y te preguntaba a qué jugábamos. Entonces el arcoíris de tus ojos alumbraba la habitación.