martes, 8 de septiembre de 2009

De cinco a siete.



Te necesito de cinco a siete.

No necesitó vagas sensaciones poéticas
ni abrir una naranja para saber
que no era ni media mitad.
Necesitó su codo, la rodilla, el mentón
los zapatos tirados en medio del hall.
Soñaba ella y soñaban los dos
permitiendo un delirio
(tan libre como egoísta)
entre un con-sentido y una sin-razón.
Sexo deliciosamente sucio,
convertido en adicción.
Lo dicho, mira tu reloj.


(Imagen a la que se prestó uno de mis
amigos que tanto y tanto me soporta)