miércoles, 10 de diciembre de 2008

Hamman

Atocha 14, termas árabes, este es el lugar. Toda mi tranquilidad ha desaparecido. Bajo de taxi casi tropezando con la cinta de la bolsa. Tomo aire y entro. En el vestíbulo solo está la recepcionista que me pide la reserva. Conozco el funcionamiento del lugar, bajo a los vestuarios. No se si ya habrás llegado, si me estarás esperando. La humedad y el calor hace que el vestido de me pegue al cuerpo. Me coloco el bikini y me miro cien veces en el espejo antes de salir a las zonas comunes. He recogido mi pelo porque es una norma del recinto. La humedad me hace sudar. Son las diez en punto, ha llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa. Tomo una bocanada de aire mucho mas profunda que la que necesite al bajar del taxi y bajo las escaleras hacia las termas. Todo está tranquilo, apenas se escucha el ruido del agua cayendo en las piscinas y un olor a incienso y calor trasforma en denso el aire. La iluminación es perfecta, velas por las esquinas y alguna luz indirecta. Me cruzo con un par de personas. El lugar esta poco concurrido. No eres ninguna de ellas ¿habrás llegado ya?
(foto de una fuente de Granada)