jueves, 2 de octubre de 2008

Los ratones y marte.


Hace algunos años (bastantes) guardé mi adolescencia en cajas. Mis libros juveniles, puñados de cartas con lazos, mis apuntes, los temarios, hasta algún que otro examen corregido que un profesor robó para mi. Me cuesta deshacerme de las cosas, puedo como mucho apartarlas y ante la insistencia de mi madre de que tenía llena de trastos su casa, envié mis recuerdos al pueblo y los subí al desván. No me preguntéis de qué manera molestaban allí mis cosas pero cuando una tarde me dejé caer perdida, habían bajado las cajas a una cochera que hay fuera, detrás de la casa. Estaban todas mordisqueadas, roídas. Mi adolescencia se la comieron los ratones.
El domingo escuché en un estruendo mi nombre por toda la casa. -¿Qué has hecho con favoritos? ¿Qué es esto de fuentes? – y no se como lo hice pero me había quedado sin nada. Mis poetas, mis fotógrafos, mis hoteles, mis pornógrafos, todo lo que estos últimos años han ido componiendo “mi otra casa”. Busqué y rebusqué tan nerviosa y ofuscada que al cabo de un rato estaba como cuando se comieron los ratones mis cajas, con las mejillas irritadas, pucheros en la boca y los ojos llenos de lágrimas.
Cogió el disco duro externo en el que entre sollozos yo había estado buscando una copia, me sonreía al verme tan desazonada.Encontró lo que buscaba y ¡magia!. Le abracé mientras se reía diciéndome:-Soy un héroe ¿eh?
Ya está todo en su sitio y dicen que en Marte está nevando. Normal…decía la radio que a 2200 metros nevaba y mira si Marte está alto.

5 comentarios:

Notengonombre dijo...

Sabes por qué me gusta que nieve en Marte?, porque seguro que entonces allí alguien celebra la navidad.
Besos.

Verbo... dijo...

Pues Yo tengo libros documentos y otras cositas personales en un cuarto de la casa de mi mamá.

Uhmm...¿tendrá ratoncitos?

Un abrazo ♥

M.

Antihéroe dijo...

Jajaja curiosa historia. Yo también guardo muchos recuerdos de mi juventud en un baúl que, em imagino, se habrá ido poblando de insectos... ¿lectores?.

el piano huérfano dijo...

bonita historia donde mezclasla readlidad con la ficcion con tu fantastica imaginaciòn, los mìos no tiene ratones hace tiempo que saque todo del baùl de los recuerdos...como dice quella canacion.

Gracias por tu amable visita que me ha dado la oportunidad a concerte y visitarte

hasta pronto

Unknown dijo...

Qué forma deliciosa de narrar esto, Eria...

Mi infancia y mi adolescencia también se quedaron en casa de mis padres cuando me fui a la universidad y al independizarme la orden fue tajante: "Si lo quieres te lo llevas" (cosa que comprendo perfectamente, yo a mis hijos les tiro montones de cosas sin que se enteren...). Al tenerlas en mi casa me di cuenta del espacio que ocupaban y decidí cribar el contenido. Abrí una bolsa de basura... lo primero que deposité en ella me costó lágrimas como puños. Al final se fue todo, salvo mi lata de caramelos con los cromos de palmar de aquellos años. Nada me ha sentado mejor en la vida. Las inútiles colecciones de gomas de borrar, los montones de lápices de todos los tamaños y colores, muñequitos, cartas de amigos...

Gran descubrimiento: qué extraña limpieza de alma proporciona el desprenderse del pasado. No hace falta que pese, este, simplemente, no jugaba ningún papel, pero tengo la sensación de que era como ese disco duro, que aunque no lo encuentres no se borra y mantiene ocupado un espacio.

Desde entonces me priva tirar cosas y cada cierto tiempo le doy un repaso a la casa eliminando todo aquello que lleva tiempo sin usarse. Es un ejercicio fantástico.