martes, 23 de septiembre de 2008

Memos, palabras.


Cuando alguien no te cae bien parece que estás buscando la ocasión para reafirmar tus opiniones sobre esa persona una y otra vez. Si lo hacen (que es lo normal) te sientes menos culpable por pensar que hay mucho memo suelto. Las reuniones multitudinarias de viejos amigos pueden ser uno de esos momentos. Imaginemos la típica pareja convencional, de corte conservadore, propietarios de un negocio y lucidores de marcas. Mientras el marido se queja amargamente de que una dependienta se ha quedado embarazada y desde el segundo mes ha cogido por un catarro una eterna baja que le está saliendo por un pico, en el otro extremo de la mesa, su esposa y madre de sus hijos, anima a otra de nuestras amigas felizmente embarazada a que pida una baja por contingencias comunes, que diciendo que te duelen los riñones o que estas refriada ya lo tiene apañado. Miras hacia ambos lados de la mesa, vaya dos, todos los comensales sonríen, es más, también tú sonríes mientras piensas en que cada vez somos más egoistas y más hipócritas y que evidentemente, rara vez los memos dejan de serlo.

1 comentario:

Antonio F. Marín dijo...

Es cierto. Todos somos un poco hipócritas, aunque el mérito está o debe estar, en serlo un poco menos. En procurar serlo cada día un poco menos.
Saludos y felicidades por tu blog.