lunes, 15 de septiembre de 2008

"Mil cafés", palabras.

Me dice que ya quedaremos para tomar un café y salto como un mueble.- ¡Una sesión es lo que necesito que coñe!-y Él se ríe. El sonido de su risa me coloca rápidamente en mi sitio. Casi no he terminado de disparar la frase y ya estoy pidiendo disculpas por mis modales. No me hace falta su reproche. Le digo con voz bajita que mil y un cafés me tomaría con Él y que no soy yo quien decide cómo torturarme. Que ha hablado por mi el ansia y no la obediencia. Sigue riendo. No es necesario reñirme. Me he excitado de saberme suya, de saber que se hará lo que Él decida, de pedir perdón por mis desafortunadas palabras. Me he excitado por sentirme su pertenencia.

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