lunes, 29 de septiembre de 2008

De vampiros y cosmética.


Seguramente hayáis oído hablar de una condesa húngara llamada Elizabeth Bathory. Existen muchas formas de contar su vida y múltiples maneras de adornar la leyenda. En lo que todos coinciden es en que fue una de las mujeres mas sangrientas de la historia, porque susodicha señora (y perdónenme las que lo sean) es un personaje real del siglo XVII. Una de las mujeres más vanidosas y preocupadas por su belleza de las que hay constancia. Gozando de sus devaneos lésbicos al final se le fue la cabeza y la mano. Estaba totalmente convencida de que la sangre de las vírgenes conservaba su belleza y detenía el deterioro de su piel. Creyó encontrar la fuente de la juventud en las venas de sus criadas y desangró a mas de 600 mujeres no sin antes torturarlas (los detalles me los ahorro porque quizá leáis esto muy de mañana, pero digo yo que eso ya era malicia). Si Cleopatra se daba baños de leche de burra, imaginad de qué se los daba la condesa.
Partiendo de que hablamos del caso extremo de una asesina en serie y de una mente enferma (además de mala), hay que ver cuantos años pendientes de la belleza. Siempre esclavos de la estética propia del siglo por el que nos haya tocado caminar. Ahora los baños gracias a dios, son de chocolate o de vino y las cremas de caviar, que ya no se si me produce un orgasmo una buena comida (gastronómica en este caso, entiéndase) o una buena sesión en un spa.







Traducción (no muy buena) de la viñeta:
Condesa: Siempre he sabido que estaba en lo cierto delante de todo el mundo… y mi técnica tiene ciertamente más glamour.
Sirvienta: Sin olvidar los royalties, condesa.










4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un poco sádica la condesa ¿no?.

Merce dijo...

Si es que ser virgen, tiene un peligro...

Eria.. dijo...

Además dicen que la abstinencia es la peor de las perversiones sexuales...¡dios nos libre!.

enrique dijo...

Leí sobre esta condesa en el libro "Locos de la Historia" de Alejandra Vallejo-Nájera que compré en la feria del libro del año pasado y hasta me firmó la autora.

La obsesión por la belleza exterior viene de lejos, muy lejos. Menos mal que ahora los métodos son más civilizados; las perlas crionizadas que nos vende Ana Belén..